El narcoteatro

Nadie busca pleito con ellos fuera de los escenarios. Seguramente ellos más que nadie disfrutan del narcoteatro.
Cada día que pasa el Gobierno Nacional nos habla más de los narcopolíticos, los verdaderos contrincantes a los que dicen que se enfrentan en el referéndum, las seccionales y la legislatura. A falta de logros auténticos, montar un espectáculo, un simulacro de lucha entre ellos, los honestos demócratas y sus enemigos antisociales, es la última carta que le queda al oficialismo.
Sin embargo, la fuerza de esta narrativa queda debilitada por la exclusión de la pregunta sobre el rol complementario de las Fuerzas Armadas, quedándoles la extradición como su único puntal plebiscitario sobre la inseguridad y diluyendo el debate público entre dos procesos, uno más largo y complicado que el otro.
Por el lado de las seccionales, es difícil imaginar al Gobierno haciendo algo más que lanzar denuncias sin sustento, que es lo único que ha venido haciendo sobre la corrupción política a la que ligan con el narcotráfico. Eso e ignorar las denuncias contra sus propios funcionarios, mientras cuestiona a quienes señalan con evidencia la infiltración narcodelictiva en la fuerza pública.
En tanto, la oposición busca encontrar un argumento convincente para responder a la campaña oficialista, diciendo que no se necesita reformar la Constitución para cambiar el rol de las FF. AA. y denunciando a la extradición como una distracción.
Lo primero es evidentemente falso para quien haya hecho la lectura más superficial de la carta fundamental o de los oráculos de la Corte Constitucional. Lo segundo puede ser cierto desde su funcionalidad politiquera, pero no profundiza en el valor de una enmienda que trascenderá a este gobierno de turno como instrumento para la seguridad o por lo menos para la justicia, cuyos castigos tiene su propia razón, independiente de los resultados que generen como parte de la política pública.
Gobierno y oposición, dándonos teatro y cuentos, mientras la verdadera acción la protagoniza el crimen organizado al que solo pretenden combatir en máscaras y monigotes. Nadie se asoma a ver sus haciendas, sus torres y sus otras inversiones. Nadie busca pleito con ellos fuera de los escenarios. Seguramente ellos más que nadie disfrutan del narcoteatro.