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Los castillos del poder

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Década tras década, ellos y sus discípulos han saboteado gobiernos con sus malos consejos, alimentado su vanidad con la esperanza de los ecuatorianos.

Otra vez nos toca ver al Gobierno confundido y desesperar ante la realidad notoria: no saben dónde están parados. Después de días de inacción, el Gobierno ha decidido que el acto con el que tratarán de darle vuelta a las cosas será la demolición del infame ‘Castillo de Grayskull’ de la Escuela Superior de Policía. Un acto sin más valor que un simbolismo que no se logra entender con claridad, es la expresión sublime de lo único que han sabido ser en el poder Ejecutivo: voceros de mensajes indescifrables que esconden verdades inconfesables.

Aquí les dejo una verdad: son otros castillos los que tienen que derribar y reconstruir, los castillos que ellos y las cúpulas uniformadas habitan. Castillos que no son de piedra, pero que ocupan las paredes y los pasillos de los palacios, los comandos y ministerios, dándole forma a la verdadera dimensión moral del poder en el Ecuador. Son la piel gangrenosa y el espíritu enfermizo de las instituciones, esas que creen defender los que neciamente insisten en ignorar la sombra pesada de innumerables casos de corrupción y violencia.

Castillos como el de La Recoleta, donde entró un prófugo escoltado por oficiales y salió un cadáver andante y acechado por la parca. Eso sí, sin su dinero. Desde sus altas torres se pueden distinguir desde un radar misteriosamente averiado hasta piquetes y capitanías evidentemente inoperantes. Desde sus bastiones se lanzan flechazos, como el que derribó a un general del aire que se atrevió a hablar de más.

Castillos también como el de la orden de los caballeros de la paz, tan mancillada. Sus arsenales y armarios vaciados porque su contenido termina en manos del enemigo o de caballeros que traicioneramente se asocian con ellos. A veces se lo llevan para entregarlo en alguna prisión, allí donde encierran a los carceleros y celebran a los criminales.

Castillos como la guarida de vampiros de Carondelet, habitada por seres de la noche que se rehúsan a morir y sobreviven robándose los mandatos de otros. Década tras década, ellos y sus discípulos han saboteado gobiernos con sus malos consejos, alimentado su vanidad con la esperanza de los ecuatorianos.