César Febres-Cordero | La ley popurrí

Pero estos no son los tiempos de guardar las formas. Estamos en guerra, dicen
El día de anteayer el país dio otro paso más en el camino de su transformación plena de una república a un taller de derecho constitucional y legislativo.
En la Asamblea Nacional, una mayoría apresurada en su intento de evitar que el Gobierno se vea en la necesidad de cumplir con su promesa de convocar a una constituyente, la cual potencialmente podría mandarlos a sus casas, y preocupada por el poco margen que llevan encima del umbral de votos requeridos para aprobar leyes, hizo y deshizo de la Constitución y la ley con soberbia creatividad y desidia pura.
Estiraron la unidad de la materia hasta convertirla en un bolsillo de payaso: 19 leyes reformadas en un solo proyecto, tocando desde los contratos públicos hasta a los menores infractores.
Agarraron hilos, goma, pintura y estilete y le pusieron a Mario Fabricio la máscara de Gustavo y la barba de Julio César, para que con una emergencia judicial pueda sacar y poner a jueces y fiscales a su antojo.
Hicieron ‘bulluco’ y pedazos con el orden del día y lo usaron como tapones, para no escuchar los gritos horrorizados de activistas y juristas, que a lo mejor ya se dieron cuenta de que el momento histórico del avance ininterrumpido del progresismo se acabó.
Y para cerrar con broche de oro su juntada de artistas y artesanos legislativos, mostraron a su mejor ‘performer’, a quien en su traje solo le faltó la chistera para sacar de ahí la moción por la que introdujo, en pleno debate, nuevos cambios al proyecto de ley sin regresar el texto a comisión.
Pero estos no son los tiempos de guardar las formas. Estamos en guerra, dicen. Es ahora o nunca, todo o nada.
Pues bien, queda en quienes defienden el proceder de los legisladores oficialistas y de sus aliados el explicar la efectividad de la tercera metida de mano a la justicia en pocos años, o el cómo regresar a sus países de origen (y, por tanto, a los brazos de sus compinches) no hará que a los presos extranjeros les resulte más fácil coordinar con sus pandillas o regresar al país a través de nuestras porosas fronteras.