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Hablemos claro

Avatar del Catrina Tala

Si este país necesita claridad y sencillez, empecemos generándolas desde la casa. Al final, la verdad siempre se dice simple, sin rollos ni envolturas.

¿Se han puesto a pensar lo que nos cuesta hablar claro, de manera sencilla, concisa, clara, con la verdad? ¿Se han puesto a pensar las vueltas que damos cada vez que queremos decir algo duro? Y, mientras más complicada la realidad, más palabras rebuscadas nos ideamos para que los demás no nos entiendan. Pasa en tu casa, en la mía, en los gobiernos locales y en la empresa privada.

¿Cuánto nos cuesta decir “no tengo plata, estoy pasando por una situación complicada y hoy no puedo ayudarte”? O, en lugar de sacar discursos cargados de tecnicismos, decir “las cosas no están saliendo como planeábamos”, “no sé qué hacer y necesito apoyo”.

Hablar claro también supone menos violencia. En un mundo repleto de mentiras, o con manipuladores de la verdad a tiempo completo, usar las palabras más sencillas puede ayudarnos a encontrar el camino común. La verdad, en su forma más pura y digerible, parece hoy la joya más rara.

Que la verdad puede ser incómoda a veces, es cierto. Que la simpleza pudiera ser entendida como mediocridad, también. Pero no hay nada más satisfactorio que caminar con el panorama claro.

¿De qué nos sirve oír que la solución a tanta inseguridad “está llegando”? ¿O que “están trabajando” en que el abastecimiento de medicinas funcione? Solo quedamos cada vez más atrapados en esta neblina densa, de promesas y de datos vacíos, cuando la percepción que tiene la gente en la calle es desesperanzadora.

Evitemos repetir ese discurso gastado, que solo entiende un grupo reducido. Empecemos a hablar con claridad en la casa, con los amigos, con la pareja y con los compañeros. Empecemos a decirle a nuestros hijos, te castigo por esta razón, y te amo porque tienes estas cualidades. Aprendamos a decir “me equivoqué” y “hoy no es un buen día”.

Hablemos claro, hablemos sencillo. Tal vez nos sirva para saber dónde estamos parados, para encontrar respuestas o, al menos, algo de paz. Si este país necesita claridad y sencillez, empecemos generándolas desde la casa. Al final, la verdad siempre se dice simple, sin rollos ni envolturas.