Carmen Ojeda Oquendo | Bienestar emocional en la crianza

Los hijos no necesitan ejemplos impecables; necesitan ejemplos reales. La educación emocional se transmite en
los gestos
Cuidar de los hijos no solo implica ofrecerles techo, alimento y educación. También significa brindarles un entorno emocional donde se sientan seguros y puedan aprender a comprender y manejar lo que sienten. Los niños aprenden a regular sus emociones principalmente a través de la observación: miran cómo reaccionan sus padres ante los conflictos. Si los adultos enfrentan las dificultades con serenidad, ellos aprenden calma; si lo hacen desde la rabia o el miedo, eso mismo incorporan. En la infancia, el ejemplo educa mucho más que las palabras.
En la vida cotidiana es fácil perder la paciencia. Pero cuando los adultos están sobrecargados o emocionalmente agotados, se vuelve más difícil escuchar sin juzgar, contener, validar lo que los hijos sienten o poner límites con paciencia. Realmente no se trata de ser padres perfectos, sino de ser padres presentes y conscientes de cómo se sienten.
Educar desde la calma no significa nunca enojarse. Significa reconocer las propias emociones antes de reaccionar. Un adulto que respira antes de gritar, enseña autocontrol. Uno que pide disculpas, enseña empatía. Y uno que se da permiso para descansar, enseña a cuidar de sí mismo.
Los hijos no necesitan ejemplos impecables; necesitan ejemplos reales. La educación emocional se transmite en los gestos cotidianos: cómo se resuelven los desacuerdos, cómo se manejan los errores, cómo se expresa el cariño. Cada una de esas experiencias moldea el modo en que el niño entenderá sus propias emociones.
Invertir en el bienestar emocional de los padres es invertir en el futuro emocional de los hijos. Educar desde la calma es un acto de amor y conciencia. Es reconocer que criar también implica sanar, revisar lo aprendido y construir nuevas formas de vincularse. Cuando los padres se permiten estar bien, toda la familia se beneficia. Así, poco a poco, se rompen patrones, se crean lazos más sanos y se enseña a las nuevas generaciones que el equilibrio y el afecto son la base de una vida emocionalmente plena.