Carlos Alfonso Martínez | Calibrar radares: una urgencia ya muy peligrosa
No podemos seguir atrapados en un limbo burocrático que está costando vidas
En agosto de 2023 una orden judicial apagó los radares de velocidad en el país por supuestos problemas de calibración. En febrero de 2025, la ANT presentó un nuevo reglamento que exige recertificarlos, pero desde mayo las carreteras del Ecuador siguen prácticamente sin controles automáticos. Lo que comenzó como un trámite administrativo hoy se ha convertido en un riesgo grave para toda la población.
Mientras las instituciones discuten procedimientos, las calles se han transformado en escenarios de muerte. Los siniestros viales ya superan los niveles de años anteriores y las cifras de fallecidos son escalofriantes. Entre enero y abril de este año murieron 565 personas; entre abril y junio, otras 560. En apenas seis meses, más de mil ecuatorianos han perdido la vida en las vías. Miles más quedaron heridos, muchos con secuelas permanentes. Esto no es una estadística: es una crisis nacional que avanza sin control.
La suspensión de los radares ha generado un efecto inmediato y devastador. En ciudades como Guayaquil, las muertes por siniestros crecieron casi un 50 % en comparación con el año anterior. El exceso de velocidad -responsable del 35 % de los accidentes en el primer trimestre- se ha desbordado. Con la sensación de falta de vigilancia, algunos conductores manejan con total imprudencia, poniendo en riesgo la vida de quienes van a trabajar, llevan a sus hijos a la escuela o vuelven a casa.
Los radares no son un lujo tecnológico ni una herramienta recaudatoria: son barreras que salvan vidas todos los días. Apagarlos durante meses no solo ha sido una negligencia, sino una decisión que estamos pagando con funerales. Cada día sin controles es un día en el que un ecuatoriano más puede no regresar a su hogar.
La ANT debe dejar de postergar lo impostergable. Se necesita una fecha límite inmediata, un plan de acción firme y la reactivación urgente de los radares con certificaciones transparentes y controles permanentes. No podemos seguir atrapados en un limbo burocrático que está costando vidas. El país entero está esperando responsabilidad y decisión. La falta de acción ya se convirtió en una tragedia que no podemos normalizar. Es hora de actuar antes de que la cifra de víctimas siga creciendo sin freno.