Carlos Emilio Larreátegui | Educar para el crecimiento

Los modelos estatistas han demostrado ser incapaces de superar el subdesarrollo
Esta semana, Quito se convirtió en el epicentro de la educación en América Latina. La conferencia Beyond Summit se llevó a cabo en la Universidad de Las Américas, convocando a autoridades públicas, líderes del sector productivo y activistas comprometidos con la causa educativa en nuestra región. Impulsada por la start-up tecnológica Muyu -que ofrece un producto basado en inteligencia artificial para brindar retroalimentación personalizada a docentes-, la conferencia abordó los grandes desafíos que enfrenta América Latina en educación.
Desde Ally Avendaño, de Colombia, quien con tan solo 13 años fundó una academia de destrezas digitales, hasta Agustín Porres, director de la Varkey Foundation, organización que entrega el prestigioso Global Teacher Prize, con un premio de un millón de dólares a un docente destacado, la conferencia fue un despliegue del mejor talento latinoamericano.
Ante los vertiginosos cambios que vive el mundo, uno se pregunta qué lugar ocupará Latinoamérica en ese futuro que ya se vislumbra. Si bien existe consenso en que las nuevas tecnologías crearán nuevos empleos que reemplacen a los que vayan desapareciendo (la destrucción creativa de Schumpeter), resulta poco probable que esos nuevos trabajos surjan con fuerza en nuestra región. Además, bajo un contexto mundial que tiende hacia la desglobalización, nuestro modelo económico -basado en exportaciones de escaso valor agregado- se vuelve cada vez más vulnerable.
Latinoamérica solo podrá prosperar si transforma sus modelos educativos y forma profesionales capaces de impulsar economías más sofisticadas, que generen bienes y servicios de alto valor agregado. Costa Rica, un país con condiciones similares a las nuestras, va por ese camino: hoy, la tecnología médica es su principal rubro de exportación.
Por otro lado, los modelos estatistas que aún prevalecen en buena parte del continente han demostrado ser incapaces de superar el subdesarrollo. Solo un sector productivo dinámico, creativo e impulsado por un talento de primer nivel puede llevar a nuestros países por la senda de la prosperidad.