Carlos Emilio Larreátegui: Constitución y Universidad

Con una visión estatista y de un modelo único de universidad, la Constitución y sus leyes conexas limitan
Al cabo de muchos años, Ecuador se encuentra ante una oportunidad histórica para modernizar sus instituciones políticas, económicas y sociales. El Gobierno ha logrado consolidar una mayoría legislativa y cuenta con un enorme capital político que le otorga la legitimidad necesaria para emprender reformas estructurales.
Bajo estas condiciones, se abre la gran incógnita que se viene discutiendo desde hace semanas con mucha intensidad: ¿Constituyente o no? El problema es que esa no debería ser la pregunta más importante, sino: ¿cambios a la Constitución, para qué? Una de las posibles respuestas que me parece indiscutible es: cambios a la Constitución para mejorar la educación superior en Ecuador.
La Constitución del 2008 fue aprobada como un traje a la medida para el gobierno del Socialismo del Siglo XXI y se ha convertido en un serio obstáculo para la estabilidad política y el desarrollo económico del Ecuador. A pesar de ciertos avances importantes, la educación superior en el Ecuador, como muchos otros sectores, sigue operando bajo la camisa de fuerza que impuso la Constitución del 2008.
Con una visión estatista y de un modelo único de universidad, la Constitución y sus leyes conexas limitan enormemente la capacidad de las universidades ecuatorianas para adaptarse a los cambios vertiginosos del mundo actual. Mientras la economía y el empleo sufren mutaciones sin precedentes, las regulaciones y la acreditación nacional exigen a las universidades ecuatorianas a ceñirse a un modelo educativo obsoleto y alejado de la realidad contemporánea.
Más allá del camino jurídico que se escoja, es imperativo que la Constitución ecuatoriana se adapte a las exigencias de nuestro tiempo y brinde un marco que permita a las universidades ajustarse a la realidad. En mis próximas entregas, trataré de abordar algunas de las reformas que considero esenciales para construir un sistema de educación superior más eficaz, robusto y moderno. Es evidente que urgen cambios de fondo que permitan convertir a la educación superior en un motor de transformación y desarrollo.