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Carlos Andrés Vera | Empresarios: cuenten su historia

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No se trata de ego o vanidad, sino de una narrativa que pueda desintoxicar a una sociedad negativa y polarizada

Si algo revelan las preguntas donde ganó el NO en la consulta anterior, es la desconfianza que la sociedad alberga contra el sector empresarial. La mala reputación del empresariado local no solo se debe a la narrativa polarizante que ha dominado la sociedad en los últimos años, sino también a la creciente desigualdad (donde los de arriba son percibidos como explotadores), la corrupción pública (que a menudo encuentra un cómplice en el sector privado), el deficiente manejo ambiental y social y, en muchos casos, la falta de compromiso con el país, manifestada especialmente a través de la evasión fiscal. Sí, esos empresarios existen. El problema es que la sociedad no está consciente de que también existen los otros.

Con un Estado que ha implosionado debido a la corrupción y la ineficiencia, este país se sostiene gracias a los buenos empresarios. Extraordinarios, pues, a pesar de todas las dificultades que implica, siguen creando empresas, generando empleo, invirtiendo, innovando y desarrollando tecnología en Ecuador. Muchos de ellos van más allá de las actividades específicas de sus empresas y han creado tanques de pensamiento, fundaciones, proyectos educativos o de conservación que evidencian un profundo amor y un compromiso real con el futuro del país. Frente a un Estado que no cumple con sus deberes, estos empresarios han asumido la responsabilidad de abordar problemas como la desnutrición crónica, capacitan a campesinos en economías sostenibles, financian proyectos de salud, reforestan, otorgan becas a jóvenes talentosos, apoyan el mantenimiento de infraestructura pública, entre otros.

A pesar de que la clase política en su mayoría los critica, impone obstáculos e incluso extorsiona, estos empresarios no han dejado de creer en el país. Gran parte de su contribución a la sociedad permanece invisible para la opinión pública, ya que comunican de manera muy modesta o simplemente no divulgan todo lo que hacen.

A estos empresarios les tengo profunda admiración, porque he conocido de cerca sus historias. Estas historias serían un baño de optimismo para Ecuador, ya que son prueba de que aquí se han logrado y se siguen logrando grandes cosas. No se trata de ego o vanidad, sino de una narrativa que pueda desintoxicar a una sociedad negativa y polarizada. Empresarios: cuenten su historia.