Premium

Carlos Andrés Vera | ¿De La Gasca, fiscal?

Avatar del Carlos Andrés Vera

El presidente Noboa entiende perfectamente el país que gobierna

La renuncia de José De La Gasca al Ministerio de Gobierno refuerza una sospecha bien fundada: es probable que sea candidato a fiscal general. Su paso por el cargo deja un saldo en números azules, no solo por los resultados políticos que se ha anotado el Ejecutivo en los últimos meses, sino por la firmeza y claridad con que ha defendido sus posturas. En un país donde hemos llegado a tener ministros endebles o incluso invisibles, De La Gasca no pasó desapercibido. Pero, ¿de ahí a fiscal general?

Su cercanía con el presidente Noboa plantea un cuestionamiento legítimo sobre su independencia. A partir de ahí vendrá la comparación fácil: que esto es lo mismo que hizo el correísmo. No es así, al menos por ahora. Los casos serían comparables solo si llegáramos a ver la consolidación de una estructura criminal desde el poder, como ocurrió entonces. Las preguntas de fondo son: ante escándalos o denuncias de corrupción, ¿el fiscal protegerá al círculo de poder o defenderá los intereses del país? ¿Será una extensión del Ejecutivo o actuará con autonomía?

No nos adelantemos. De La Gasca tiene credenciales, pero ni siquiera ha anunciado su candidatura. Lo que sí ha ocurrido, especialmente en círculos privados, es que varios abogados probos han desistido de postularse. Hablo de profesionales con trayectorias impecables, sin pasado político, con prestigio público y vocación de servicio. Personas idóneas para ejercer la función. ¿Por qué desisten? Algunos creen que el concurso ya está definido. Otros no quieren poner en riesgo a sus familias, por el peligro que implica ese cargo. Se entiende. Pero si los mejores no se lanzan, ¿de qué se van a quejar después? ¿Qué resultados esperan si quienes tienen independencia, capacidad y coraje no dan la pelea?

El presidente Noboa entiende perfectamente el país que gobierna. Sabe que si instituciones clave como la Fiscalía o la Asamblea caen en manos mafiosas, lo cercarán como cercaron a Lasso. Por eso juega sus cartas. Las líneas rojas no deben marcarse por la cercanía con un funcionario como De La Gasca, sino por si esa cercanía se transforma en encubrimiento, en impunidad, en corrupción, como sucedió cuando el correísmo construyó el Estado criminal que hasta hoy nadie ha logrado desmontar.

Quienes cuestionan legítimamente la posibilidad de un fiscal cercano al poder están llamados a disputar ese espacio, no solo a quejarse.