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Carlos Andrés Vera | Abandone el pañal

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Pensaba yo que “el guagua alcalde” era Antonio Ricaurte, pero ha sido Pabel. El niño Pabel

Todos lo vimos: el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, hizo campaña por su partidaria Luisa González en la última elección presidencial. Todos lo sabemos: eso está prohibido por la ley electoral.

Todos lo vimos: Juan Esteban Guarderas denunció a Muñoz ante el TCE. Todos lo sabemos: el alcalde fue sancionado con una multa económica y además debe ofrecer una disculpa pública. Hasta aquí, lo obvio: quien viola una ley recibe una sanción. Muñoz pudo aceptar la sanción, sentirse afortunado (pudo haber sido destituido) y enmendar, enfocándose en sus tareas. Pero no. Eligió hacer una pataleta, se declaró víctima y no consideró que si se metió en un lío fue por su entera responsabilidad.

Pensaba yo que “el guagua alcalde” era Antonio Ricaurte, pero ha sido Pabel. El niño Pabel.

La camada de funcionarios que patalean cuando son sancionados por delitos o faltas ha sobrepoblado el mapa político de nuestra sociedad. El fenómeno es francamente insoportable: políticos en pañales. Autoridades bebés, incapaces de asumir responsabilidades. Violan leyes y normas, abusan de su poder, no respetan el concepto de lo público… y son ellos las víctimas. Se quejan. Arman drama. Se declaran perseguidos. Lloran.

Ya estuvo con su cinismo.

Niño Pabel: la ciudad no le paga un salario para hacer proselitismo sino para trabajar. Entonces, trabaje, sin hacer proselitismo. Ya salió con que muchos lo han hecho y solo a usted lo han sancionado. Pobrecito. Entonces, porque otros violan la ley, ¿usted debe seguir violándola? ¿Cuántos años tiene, guambrito?

Usted además, berrinchoso, cuando los indignados deberíamos ser los quiteños. Al violar las normas que conciernen a sus funciones, usted está timando a los electores. Está traicionando la confianza de sus mandantes. Ni la ciudad ni el país aguantan más de estas niñerías, estos “yo hago lo que me da la gana”. ¿Cómo así? Revise la historia de Quito: hemos tenido funcionarios que han honrado lo público desde la ejemplaridad, intachables de la cuna a la tumba. Agarre oficio y aprenda de ellos. Cometió faltas, cumpla con las sanciones. Madure, abandone de una vez el pañal y póngase los pantalones.