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La universidad, ¿qué opina …?

Avatar del Byron López

Mientras no se ponga la mirada honesta en el Ecuador de hoy y de mañana, los problemas se agravan

La hora que vive el Ecuador es de desconcierto, de desazón, de inseguridad, de corrupción por doquier. Frente a esta grave situación, hemos dicho en más de una oportunidad, hay una anomia de nuestra sociedad que alarma y que complica las cosas.

Es evidente que los ecuatorianos de a pie se preocupen más por su subsistencia personal y familiar, por conseguir un empleo o algún medio que les permita superarse para llevar el pan a su casa, razón por la que la política, por ejemplo, pasa a un segundo plano. Esta anomia la utilizan perversamente los sectores que se creen ser políticos para hacer lo que se les ocurra sin importarles el país, por el que en forma demagógica y populista dicen que es la razón principal de sus vidas y que estarían dispuestos a morir por él ...

Mientras no se ponga la mirada honesta en el Ecuador de hoy y de mañana, los problemas se agravan. Vivimos en medio de una vorágine de insultos, de pactos ‘contra natura’, que se forman solamente para desestabilizar la institucionalidad y la democracia. Nos encontramos sin voces orientadoras que dejen escuchar su preocupación por la suerte de todos quienes vivimos en este país, otrora isla de paz. ‘Primero yo y después vos’ parece ser la consigna de casi la totalidad de los grupos sociales que han dejado el camino de la propuesta y de las soluciones coherentes para enredarse en discusiones y en ambiciones mezquinas y baratas, ajenas a nuestra manera de ser.

Es necesario que se recapacite, antes de que sea demasiado tarde y cuando ya nada o casi nada pueda hacerse. Dentro de esta línea de pensamiento, no nos equivocamos si afirmamos que uno de los sectores que deben inmiscuirse en esta hora para plantearle al país soluciones lógicas y coherentes es la universidad ecuatoriana, otrora voz y luz de nuestra patria. Es una institución, la universidad, alejada de partidismos, de intereses enanos.

Lamentablemente, desde hace poco tiempo, ha desaparecido del escenario de la vida nacional como voz dispuesta a entregar soluciones para bien del país. Hay que hacer memoria y recordar las grandes jornadas de los universitarios, alumnos, profesores y directivos, luchando contra dictaduras y gobiernos contrarios a los ideales populares, sin aspiraciones egoístas, sino solo por el interés nacional. ¿Por qué la anomia también ha aparecido en nuestra universidad? Nuestra voz puede estrellarse contra la indiferencia. Pero no importa. Queda la constancia de que, en momentos difíciles como los que vivimos, se alzaron voces para solicitar valientemente la intervención de nuestra universidad en donde nos formamos y fuimos artífices de sus deseos de superación.