Columnas

¡Basta ya de tanta podredumbre!

Desgraciadamente tenemos una legislación que favorece y protege más al delincuente que a la víctima .
¿O nos ven la cara de idiotas, o en realidad la tenemos?

Ecuador vive una descomposición ética profunda y grave, que cada día se agudiza más, sin que la sociedad reaccione para terminar con esta orgía de podredumbre y de carroña que nos ahoga.

Los últimos hechos que conocemos, vinculados con un expresidente de la República y varios miembros de su familia, con dos delincuentes internacionales, uno de ellos asesinado en la cárcel, y el otro herido de gravedad en esa misma dependencia, se suman a la lista de acontecimientos pútridos que igualmente tienen como protagonistas a expresidentes y exvicepresidentes, a legisladores, a ministros de Estado, a altos funcionarios de organismos públicos... Todos ellos procesados, presos, fugitivos de la justicia, con grilletes en los tobillos, pero todos con el cinismo de querer llegar nuevamente al poder para acabar con el poco dinero que le han dejado al pueblo.

Desgraciadamente tenemos una legislación que favorece y protege más al delincuente que a la víctima .

¿O nos ven la cara de idiotas, o en realidad la tenemos? ¡Ya basta! Tenemos que luchar para que a la Legislatura no lleguen personas ignorantes en derecho penal, en criminología, en sociología, en derecho penitenciario, en criminalística, en derecho constitucional.

Las pruebas de esta “falta de ignorancia”, como solía decir Cantinflas , están a la vista. Es inconcebible que quienes se encuentran enjuiciados penalmente y con sentencias condenatorias de segunda instancia por delitos de corrupción pretendan llegar al poder o a la Asamblea por el voto popular.

Ante tanta podredumbre no hay otro camino que el de la formación de un gran frente nacional cívico-ciudadano, al igual que el que se conformó para derrocar la dictadura de Arroyo del Río en 1944, que se llamó Acción Democrática Nacional, para que estructure un plan de gobierno y lo ponga a consideración del país, y así no tener que votar por quienes ya estuvieron en el poder para llenarlo de ludibrio, y ellos, sus bolsillos con el dinero de los pobres.