Columnas

Gran desafío empresarial

En pocos años todas las empresas, con independencia de su industria, deberán ser, en cierto modo, empresas de tecnología, con AI haciendo todo lo que pueden hacer este tipo de algoritmos. Si quieren seguir existiendo

Hace más de un año se publicó en The Guardian un artículo escrito de principio a fin por un código de inteligencia artificial (AI).

Con una instrucción escueta, consistente en argumentar en lenguaje simple y conciso por qué los humanos no deben temerle a la AI, GPT3 (el nombre de este programa) produjo la pieza que puede leerse en www.theguardian.com/commentisfree/2020/sep/08/robot-wrote-thisarticle-gpt-3.

Aunque en estilo y sustancia supera al promedio de políticos y congresistas alrededor del mundo, esta no es la muestra más representativa de lo que en la actualidad puede hacer la AI, que está detrás de la mayoría de operaciones bursátiles, complejos análisis financieros, revisión de voluminosos y dispersos textos legales, diagnósticos médicos, conducción de vehículos, hasta tareas comunes del día a día, como búsquedas de Internet, activación

de dispositivos o sugerencias de diseño gráfico de ciertos programas. Según el modelo algorítmico, la AI puede reconocer sonido, imágenes, patrones conceptuales (a diferencia de las búsquedas por palabras clave), patrones de cualquier naturaleza, en suma, susceptibles de representación binaria, y aplicar ese reconocimiento para determinado propósito. En el caso de GPT-3, escribir artículos con base en lo que aprende conectada al Internet.

A pesar de las oportunidades que genera el uso de AI y su disponibilidad comercial para distintos casos de uso, Latinoamérica es una de las regiones más lentas en su adopción. No hay otra excusa que la falta de visión.

Desde el 2000 hasta 2018 el número de usuarios de Internet ha crecido en 1.066 %, más de 55 % de la población mundial está conectada a la red y dos tercios cuenta con un teléfono móvil. Un iPhone 5, a un precio de $ 100, tiene 2,7 veces más capacidad computacional que Cray-2, la más poderosa computadora de su tiempo, que se vendía por $ 32 millones en 1985. El punto es que los consumidores de todo producto o servicio, en cualquier tipo de industria, están preparados para experiencias de servicio radicalmente distintas, pero las empresas, salvo excepciones, no están transformando su modelo de negocio con la agilidad que reclama la ola digital.

En pocos años todas las empresas, con independencia de su industria, deberán ser, en cierto modo, empresas de tecnología, con AI haciendo todo lo que pueden hacer este tipo de algoritmos. Si quieren seguir existiendo.