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Futuro de abundancia

Avatar del Bernardo Tobar

Son las personas y empresas que han gestado estas transformaciones o que han sabido navegar con la ola de estas innovaciones las que hoy controlan la riqueza y sobre todo la capacidad de generarla en el futuro

Un artículo publicado en el MIT Technology Review en 2017 informó que la nómina de 600 agentes de bolsa que trabajaban desde la oficina de Nueva York del Goldman Sachs en el año 2000 se había reducido a dos; la tarea fue asumida por ordenadores apoyados por un equipo de 200 ingenieros de sistemas. Hoy una parte significativa de las transacciones en bolsas principales del mundo inician, se procesan y completan por ordenadores sin intervención humana. Desde entonces la penetración de las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, robótica, automatización digital, 5G, Blockchain, realidad virtual, impresión 3D, ingeniería genética y muchas otras) presenta casos más sorprendentes que el citado, que lo uso sin embargo por su poder ilustrativo. Al tiempo que el poder de estas tecnologías aumenta exponencialmente, siguiendo la ley de Moore su costo se reduce a una fracción. Ejemplo de esta lógica es un iPhone 5 que se consigue por menos de $ 100, pese a que tiene más capacidad de procesamiento que la supercomputadora Cray2, la más poderosa en 1985, que se vendía por $ 32 millones. Vehículos que se conducen a sí mismos, reparación de secuencias genéticas alteradas, impresión tridimensional de una vivienda en horas, prospección minera extraterrestre, monedas creadas sin intervención de bancos centrales, finanzas sin intermediación de la banca, cortejos románticos en el Metaverso, son apenas muestras de una lista de innumerables transformaciones en todos los ámbitos, incluida salud, empresa, dinámicas sociales, organizaciones políticas. Son las personas y empresas que han gestado estas transformaciones o que han sabido navegar con la ola de estas innovaciones las que hoy controlan la riqueza y sobre todo la capacidad de generarla en el futuro. Sin embargo, muchos países y sus élites parecen no darse por enterados, entre ellos América Latina y la mayoría de sus líderes. ¿Cuál es en la región el grado de adopción de estas tecnologías? ¿En qué ha cambiado la enseñanza tradicional, amén de incluir una materia aquí, sustituir otra acullá, para capacitar a las nuevas generaciones para estas realidades, que no guardan ningún parecido con las de ayer? ¿Qué esperamos, sobre todo, para cambiar el chip cultural de la escasez, el control, la limitación, por uno de confianza en un futuro con abundancia de posibilidades?