Bernardo Tobar Carrión | El juego del trile

No se trata necesariamente de malas intenciones, que también, sino del diseño policial del Estado
La hipertrofia estatal inhibe el crecimiento de la economía, castra el impulso social autónomo y es uno de los mayores obstáculos que debe superar cualquier emprendimiento. Abundan ideas, ganas, desempleados que sueñan con una oportunidad, pero juegan en contra interminables trámites y procesos kafkianos, tentáculos del aparato público que se expanden sin control, sin más utilidad que la supervivencia del propio ‘establishment’, que parasita del intervencionismo. Y también del crimen organizado.
Ejércitos de funcionarios dedicados a entorpecer la iniciativa de gente que, paradójicamente, les paga el sueldo con sus tributos. Y no se trata necesariamente de malas intenciones, que también, sino del diseño policial del Estado, de esa tara de control tan provinciana e impregnada en la normativa, que ve en cada proyecto un posible fraude y en cada consumidor, un imbécil incapaz de hacer sus propias evaluaciones y responsabilizarse de sus decisiones.
La ley presume la inocencia, la buena fe, pero los complejos arraigados en la cultura la contradicen: todo ciudadano, todo emprendedor, todo empresario y por ende todo proyecto debe ser escrutado por el funcionario para merecer el bendito permiso, la licencia, el beneplácito oficial, insustituible salvoconducto sin el cual un derecho es pura teoría, papel mojado. Este no es un país libre; es el país del permiso previo, que solo sirve para inflar a tontas y a locas la nómina pública a costa de los contribuyentes.
Es positiva, en principio, la decisión del Gobierno de reducir carteras de Estado y funcionarios. Habrá que ver si responde a un cambio de visión o solo a una presión de los organismos crediticios para mitigar la quiebra de las arcas fiscales, cuyo desangre mayor no se debe tanto al gobierno central cuanto a las empresas públicas y los gobiernos seccionales, que permanecen intocables. Está bien fusionar ministerios, pero si la medida no es parte de un plan ambicioso y estructural de eliminación de procesos inútiles, cuellos de botella de tufo sablista que no deberían existir en una sociedad de ciudadanos autónomos, será como podar ramas sin cortar las raíces del mal. Como en el trile de los tres vasos y la bolita, colocar un ministerio bajo otro puede reducir la impresión visual a un solo objeto. Pero ahí seguirán los tres vasos. Y la bolita. ¿Juego de triles o juego de giles?