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Bernardo Tobar Carrión | Dilemas maniqueos de la consulta

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En estas materias económicas hay mucho que se puede hacer mediante reformas a leyes hostiles a la inversión

De aprobarse la cuarta pregunta, la mayoría calificada que establecía el estatuto -curiosa regla de un parlamentarismo civilizado destinada a fracasar en una asamblea de ineptos-, hubiera con toda probabilidad necesitado de los votos correístas en la constituyente, convirtiéndola en un foro extorsivo para los de la tinta mágica. Así vistas las cosas, el “no’ libró al país de una aventura que podría haber conducido a la impunidad de las peores mafias y a su eventual retorno al poder.

Si bien la de Montecristi es un bodrio ético y estético, fruto de una gran estafa cívica, en términos estrictamente jurídicos los problemas están en otras leyes. La prohibición de bases extranjeras, cuyo patrioterismo retórico maquillaba pactos oscuros, no impide la cooperación militar para el combate al narcotráfico, el terrorismo y otros delitos, como prueba el convenio con Washington bendecido por la Corte Constitucional. No es ideal, pero es bastante.

También se aprobó en 2024 la reforma que habilita la intervención de las Fuerzas Armadas, antes limitada a los estados de excepción. Las debilidades están en el COIP y en la ley que regula el uso de la fuerza, que el Ejecutivo podría modificar aprovechando el control del Legislativo. En materia de seguridad, en suma, el Gobierno cuenta ya con importantes herramientas y con el poder para reformar las que faltan, así como para endurecer las condiciones de financiamiento de los partidos políticos por remisión a la ley de la propia Constitución.

Por contraste, no fueron materia de la consulta el estatismo, los sectores estratégicos y los anacronismos laborales, cuya reforma constitucional es imprescindible si se quiere incentivar la inversión, el crecimiento económico, la generación de empleo y la reducción de la pobreza. Es posible que la ausencia de posiciones inequívocas sobre estos temas, que el Gobierno prefirió evitar en campaña, explique las dudas de la mayoría sobre la dirección de la constituyente.

De cualquier manera, también en estas materias económicas hay mucho que se puede hacer mediante reformas a leyes hostiles a la inversión marca revolución ciudadana. Ya llegará un momento más propicio para un auténtico pacto social, que no puede surgir en un clima de fractura nacional, de antagonismos viscerales, de dilemas maniqueos entre presuntos buenos y malos, nuevo país y vieja política, o se repetirá el error de Montecristi.