Beatriz Bencomo | Planeta La Puntilla
El Ecuador real está fragmentado y desconectado, con zonas capturadas por intereses creados
A cuarenta minutos de mi casa, en la parroquia rural Tarifa de Samborondón, el No ganó con el 75 %. El mismo cantón. La misma autoridad local. En el mapa, vecinos. En la realidad política, planetas que no se reconocen.
Días después del referéndum un colega me escribió: “¿Entenderá el presidente, y entenderemos los habitantes del planeta La Puntilla, que hay un mundo que no conocemos?”. Esa frase me cayó como golpe seco. Señala algo evidente: no vivimos solo en un país desigual; habitamos planetas existenciales que comparten cartografía sin compartir experiencia.
La Puntilla fue una de las zonas donde ganó el SÍ. Enclave de privilegio, 140 urbanizaciones y el VAB per cápita más alto del país. Un bastión de Noboa en un Ecuador donde el No predominó.
Lo incómodo no son los números. Fallamos en algo que se supone que hacemos bien. La fractura territorial contigua siempre ha existido, pero los lugares con más capital educativo suelen tener una intuición más fina. Esta vez no ocurrió. Ni puntillanos, ni analistas, ni encuestadores, ni academia, ni ciudadanos informados. Tampoco el Gobierno. A cuarenta minutos de Tarifa no vimos lo que venía.
El Sí parecía consenso absoluto. Cuando apareció el 60 % del No nacional, la sorpresa fue unánime.
Entre el doce y el dieciséis de noviembre algo se movió en silencio. El rechazo al paquete de Noboa cayó del 31 % al 5 % porque la gente empezó a organizarse fuera del radar. Por eso en La Puntilla no lo vimos. Observábamos la conversación visible y no la movilización de extramuros.
Y aunque esta desconexión no es nueva, se desliza frente a las narices con la sutileza del algoritmo más fino. Nuestra mirada es algorítmica, no real.
Es una gran lección para quienes quieren verla: hay mundos que no entendemos ni conocemos. A cuarenta minutos. A dos cuadras. En la propia familia. A veces bajo el mismo techo.
El Ecuador real está fragmentado y desconectado, con zonas capturadas por intereses creados. Si no miramos esa complejidad de frente, seguiremos sumando territorios donde ya no somos país.