Arturo Moscoso Moreno | Mucha ciudad y pocos votos
Porque en Ecuador un alcalde puede ganar con mayoría simple. Puede llegar al cargo con el respaldo de una minoría
Aunque faltan algunos meses, ya se están calentando los motores para las elecciones seccionales de 2027 y, como era previsible, en Quito ya suenan nombres. Algunos reciclados, otro en funciones, otros en eterna espera. Pero más allá de quién quiera ceñirse la banda de alcalde, hay un problema mucho más delicado que no se ha analizado con seriedad: la falta de legitimidad de quienes gobiernan las ciudades del país.
Porque en Ecuador un alcalde puede ganar con mayoría simple. Traducido al castellano, puede llegar al cargo con el respaldo de una minoría, mientras la mayoría votó en su contra, aunque de manera fragmentada. Es decir, tenemos alcaldes electos legalmente, pero políticamente débiles desde el primer día. Gobernantes que ejercen con déficit de legitimidad y que luego se sorprenden de que la ciudadanía no los acompañe.
Quito es un ejemplo recurrente. Alcaldes que ganan con poco más del 20 % de votos y que luego descubren, con genuino asombro, que la ciudad les es hostil, que la ciudadanía protesta y que cada decisión se mira con suspicacia. La culpa, claro, nunca es del sistema. Siempre es del sabotaje, de la herencia recibida o de una conspiración de los malos de siempre.
Quizá es hora de considerar seriamente que los alcaldes deban elegirse en dos vueltas. Si exigimos mayoría absoluta para la Presidencia, ¿por qué aceptamos que ciudades de millones de habitantes sean gobernadas por alguien que la mayoría no quería? La segunda vuelta obliga a construir acuerdos, a moderar discursos y, sobre todo, a llegar con un mandato más claro.
Y el argumento del costo no es sostenible. Más caro es gobernar una ciudad fracturada, paralizada y permanentemente en conflicto. Y no, esto no arregla todos los problemas municipales, pero al menos evita que sigamos normalizando alcaldes débiles con poca capacidad de maniobra.
Así que sí, mientras se calientan los motores para 2027, quizá el verdadero debate no sea quién será alcalde de Quito, sino con cuántos votos debería serlo. Porque una ciudad gobernada por minorías suele terminar gobernada sin ton ni son, como vemos en Quito.