Arturo Moscoso Moreno | Guayaquil, entre la fiesta, la violencia y el grillete

Y ahí está Guayaquil, una ciudad encantadora, vivaz, generosa, repleta de gente maravillosa…
El pasado 25 de julio, Guayaquil celebró sus 490 años de fundación con el ímpetu apasionado de siempre. Hubo desfiles, música, alegría, fuegos artificiales, discursos y gente en las calles. Y, como si no faltara nada para completar la postal, hay que destacar el toque rocambolesco que le puso su alcalde a la jornada.
Desde el sábado anterior, Aquiles Álvarez lleva en el tobillo izquierdo un grillete electrónico, dispuesto por un juez en el caso Triple A, que le imputa presunta comercialización ilegal de combustibles. Él lo llama “símbolo de persecución política” y asegura que “no le hace ni cosquillas”. Dicen que también pidió que se prohíba la difusión de imágenes del dispositivo: ¡nada de mostrar al alcalde con grillete en actos públicos! Otro que no ha leído mucho sobre libertad de expresión.
Y ahí está Guayaquil, una ciudad encantadora, vivaz, generosa, repleta de gente maravillosa… y, al mismo tiempo, una de las más violentas del continente. Una urbe que festeja su nacimiento con desfiles y alegría, pero que también cuenta muertos en sus calles. Que no se rinde, que sigue en pie, que se empeña en celebrar como si, en cada festejo reafirmara su decisión colectiva de no dejarse vencer.
Y a propósito de aniversarios, este Diario, EXPRESO, cumplió otro año más también (nació un 25 de julio de 1973, fundada por Galo Martínez Merchán). Hoy, esa herencia periodística la encarna su hijo, Galo Martínez Leisker. No está de más aprovechar esta tribuna para agradecerle por permitirme abordar este tren y dejarme escribir con total libertad, sin consignas, sin guiones y sin pedirme reverencias ni genuflexiones.
Y mientras EXPRESO cumple también su aniversario, haciendo lo que siempre ha hecho: periodismo serio y valiente, contando sin tapujos los hechos, incluso cuando incomodan, Guayaquil honra su fundación con bailes, con banderas, con discursos y con un alcalde aprendiendo a caminar con grillete.
Porque sí, Guayaquil sigue entre la fiesta, la violencia y el grillete. Y aun así -o tal vez por eso- se mantiene de pie, celebrando. A todo volumen. Como solo ella sabe.