Arturo Moscoso: Al fin
Así que sí, al fin el presidente habló de su Constitución, pero nos quedan muchas dudas. Demasiadas, en realidad
Después de tanto debate sobre si es prudente ir a un proceso constituyente en estos momentos o de si necesitamos o no una nueva Constitución, el presidente al fin dijo algo sobre el proyecto que tiene en mente. Y eso, en medio de tanta incertidumbre, ya es noticia. Sin embargo, lo planteado hasta ahora no alcanza para dibujar una idea clara del país y del modelo de Estado que quiere.
Mencionó que el texto tendría un máximo de 180 artículos, que el IESS dejaría de brindar atención médica directa, que podría haber una Asamblea bicameral y que la Corte Constitucional pasaría a ser una sala de la Corte Nacional de Justicia. No son ideas menores, pero tampoco constituyen una visión. Son unas pocas piezas de un rompecabezas mucho más complejo.
Además, de lo que el presidente quiere a lo que la Asamblea Constituyente llegue a aprobar hay un largo trecho. Nada le asegura una mayoría que respalde su visión. Las constituyentes pueden ser imprevisibles, y su funcionamiento y control no está garantizado para nadie. En ese escenario, los proyectos pueden diluirse entre pactos, intereses y cálculos.
Y algunas ideas dejan más preguntas que respuestas. Transformar la Corte Constitucional en una sala de la Corte Nacional no sería un ajuste meramente técnico, alteraría el equilibrio de poderes y el control de constitucionalidad y cambiaría completamente nuestra estructura del Estado. ¿Es consciente el presidente de ese cambio de modelo? La bicameralidad, en teoría atractiva, podría volver más lento el trámite de las leyes si seguimos con partidos frágiles, personalistas y poco representativos.
Así que sí, al fin el presidente habló de su Constitución, pero nos quedan muchas dudas. Demasiadas, en realidad. ¿Qué problema pretende resolver cada reforma? ¿Cómo se articulará el nuevo diseño con una justicia independiente o un Congreso funcional? ¿Cómo será tratado el delicado tema de los derechos humanos? ¿Cuál es el plan para fortalecer partidos? Reformar el Estado requiere rumbo, convicción y un propósito compartido. Por ahora, lo que hay son solo líneas sueltas de un boceto inconcluso.