Andrés Isch | Línea base
Las reformas constitucionales, políticas y sociales son tan necesarias hoy como las eran el domingo
Los resultados de la consulta del fin de semana dejan varias lecciones; en mi opinión, la más importante es que ninguna de las preguntas ni la posibilidad de una amplia reforma constitucional logró ilusionar al electorado. Más allá de la popularidad presidencial, de si fue o no un referéndum sobre su gestión, cambios profundos requieren de motivos profundos que muevan al electorado; caso contrario, se impondrá el miedo y los ciudadanos preferirán mantenerse estáticos.
Ecuador rara vez ha tenido proyectos país o causas que nos unan. El conflicto con el Perú fue una de ellas y, temporalmente, los diseños institucionales después de una ruptura democrática. Pero, en general, hemos sido un conjunto de voluntades desarticuladas, con intereses propios y decisiones contradictorias. Aquí los cambios suelen venir de eventos traumáticos en lugar de una visión compartida de progreso que nos ayude a enfrentar el problema más serio que tenemos: la pobreza. Para ello no bastan buenas ideas o intenciones, sino el convencimiento de la mayoría de la ciudadanía de que el camino trazado nos conducirá a un mejor futuro y que, por lo tanto, vale la pena mantenernos en él con paciencia e incluso sacrificios.
La buena noticia es que tanto esa visión como la identidad del país no está dada sino que se construye. Podemos establecer hoy una línea base, con entendimiento de nuestra realidad, con sensibilidad ante la del otro y, especialmente, con prioridades claras que permitan a cada uno tener las herramientas para trazar su propio proyecto de vida: educación, salud y seguridad, como pilares necesarios, y un entorno donde el Estado sea un facilitador y no un estorbo. Hay enormes oportunidades que no hemos sabido aprovechar, desde la geografía y clima privilegiados, hasta la diversidad cultural y biodiversidad que pueden transformase en grandes generadores de riqueza.
Las reformas constitucionales, políticas y sociales son tan necesarias hoy como las eran el domingo, pero no sólo deben explicarse sino sentirse con convicción. Para perseguir sueños tenemos que estar muy despiertos, generar valor social en el proceso y esforzarnos en que ellos sean compartidos para el beneficio de todos.