Alfonso Albán: El voto más difícil de todos

Mi segunda vuelta es otra, igual de complicada y desalentadora. No es lo que merecemos, pero es lo que hay
Para quienes ya tienen una decisión tomada frente al balotaje del 13 de abril, bien por ustedes. Para quienes aún no la tienen, los entiendo. Esta ocasión es particularmente difícil. Ninguna decisión relevante que marcará nuestra vida lo es, pero esta en especial nos ha empujado a escoger entre dos opciones poco alentadoras, lo que la hace muy complicada para muchos.
Por un lado está la candidata de la Revolución Ciudadana, la organización que mantiene lazos con grupos del crimen organizado (no lo digo yo, lo dice Fiscalía; sino pregúntenle a Ronny Aleaga y Xavier Jordán). Los que traficaron con contratos públicos a cambio de coimas para financiar sus campañas políticas (no lo digo yo, lo dice la justicia; sino pregúntenle a Rafael Correa y Jorge Glas, sentenciados por el caso Sobornos). Los de la Refinería ‘Fantasma’ del Pacífico, los que persiguieron a la prensa durante una década. Ellos son.
Por otro lado está el candidato del gobernante movimiento Acción Democrática Nacional, los que pisotearon la Constitución y la ley para evitar que la vicepresidenta Abad ejerza su función (podemos estar de acuerdo o no con ella, pero fue escogida por el voto popular y punto); los del caso Oloncito, del caso Malvinas, del caso Petronoboa, de la sospechosa y apurada concesión del campo Sacha; los del inexistente plan Fénix. Ellos son.
El lado bueno es que sabemos qué esperar y qué no esperar de uno y del otro. Habrá votantes que observarán quién es la opción menos mala y por ahí se decantarán pero, ¿Ecuador se merece esto? No, no lo merecemos. Lo que al uno le sobra de oscuridad, porque ya lo vivimos por 10 años, al otro le sobra de incertidumbre. Ante tal dilema tendrán que discernir y tomar la mejor decisión. Aún hay tiempo. Pero eso sí: el voto no es un cheque en blanco que se da al futuro gobernante; es un respaldo que debe venir acompañado de resultados que hay que exigir desde el primer día.
Que quede claro: no hablo de mi disyuntiva. El correísmo, para mí no es una opción electoral por muchos motivos. Mi segunda vuelta es otra, igual de complicada y desalentadora. No es lo que merecemos, pero es lo que hay.