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Alfonso Albán: La repregunta, en peligro de extinción

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Me niego a ser parte del proceso de extinción de la repregunta e invito a todos quienes ejercemos esta profesión también a negarse

Obstáculos hay, y muchos en el ejercicio del periodismo. Cada cierto tiempo aparecen unos nuevos y sin que nos demos cuenta. En el andar por esta profesión he identificado y experimentado algunos, pero hay uno en particular que se está volviendo bastante frecuente. Muchos habremos escuchado esta frase: “pásame las preguntas por correo”. Lo que parece una mano extendida a nuestro trabajo de quienes fungen de asesores o relacionistas públicos de algunos funcionarios, no es otra cosa que una traba y les explico por qué.

Una entrevista se prepara. Se busca información acerca del entrevistado y se elabora un banco de preguntas sobre temas de cajón. Pero sobre las respuestas a esas dudas seguramente surgirán otras que solo se pueden solventar cuando se está conversando con el entrevistado, no a través de un correo electrónico. Este ejercicio de pedir las preguntas por correo electrónico, por más buena -o no tan buena- voluntad, está matando a la repregunta. Porque, con la mano en el pecho, habrá muchos de esos asesores o relacionistas públicos que lo hacen con buena intención, pero también hay quienes solo quieren cubrir las espaldas de sus jefes. En este punto encuentro una marcada disyuntiva, sobre todo en quienes trabajan en el sector público: ¿responden al funcionario público pasajero o responden a los ciudadanos, quienes en definitiva pagan sus salarios con sus impuestos? Es una duda que me plantearía si estuviera en el puesto de ellos y mi superior me pidiera solicitar las preguntas por correo electrónico para responderlas, asumiendo que es él o ella quien las responde y no otro. Debe ser duro y lo entiendo.

Me niego a ser parte del proceso de extinción de la repregunta e invito a todos quienes ejercemos esta profesión también a negarse. En esta era de las reuniones virtuales y videollamadas existen tantas facilidades para conversar con un periodista que insistir en el “pásame las preguntas por correo” ya me hace dudar si más que una mano extendida a nuestro trabajo es el miedo a enfrentar esas preguntas y repreguntas que pueden develar algo oculto.