Alfonso Albán: Ahora quieren que confiemos

No nos pidan que confiemos en su palabra cuando ustedes mismos la minaron
La Ley Orgánica de Inteligencia ha levantado mucho polvo... y no es para menos. Una norma que pone a solo un pedido de distancia del nuevo Sistema Nacional de Inteligencia cualquier información personal de cualquier ciudadano es bastante inquietante. Es verdad, queremos mano dura en contra de los grupos criminales, queremos que el Estado vaya tras ellos y de su dinero sucio, que desarticulen cualquier intento de aterrorizarnos en las calles, todos lo queremos, pero el costo es muy alto para la sociedad.
Quienes defienden el contenido de la ley ya vigente argumentan que la Constitución es un gran candado sobre su contenido y sus eventuales abusos, pero lo que no dicen es que es un candado abierto. La Constitución, lamentablemente, no es garantía de que la ley no será utilizada, al menos por este Gobierno, para espiar a sus opositores políticos o para violentar la reserva de la fuente de las denuncias e investigaciones periodísticas. Fue este mismo Gobierno, no nos olvidemos, el que pasó por encima de la Carta Política para hacer a un lado a la ahora exvicepresidenta Verónica Abad e impedirle ejercer su cargo. Algunos dirán que son situaciones diferentes y que no se pueden comparar, pero no lo son. Quien está dispuesto a violentar la Constitución una vez lo hará las veces que sean necesarias. Entonces, ¿cómo confiamos?
Es difícil creerle a la legisladora Inés Alarcón cuando asegura que la Constitución es la guardiana ante eventuales abusos de esta ley. Puede que el Gobierno tengan muy buenas intenciones y que utilizará la norma para darle con mano dura al crimen organizado, pero no nos pidan que no pensemos que lo vayan a usar para algo más allá de ese cometido. No nos pidan que no dudemos. No nos pidan que les creamos. No nos pidan que confiemos en su palabra cuando ustedes mismos la minaron.
La ley es peligrosa en las manos en las que está. Puede tener muchos candados, pero mientras el Gobierno, este o cualquier otro, esté dispuesto a pasar por encima de ellos, como ya lo hemos visto, el Estado de Derecho y las libertades son las que están en riesgo.