Columnas

Promociones políticas

Así cuando el terremoto, bajo la premisa de que ya se había sufrido bastante. Ciertos sectores ya en otros niveles de la básica o bachillerato fueron impulsados a promover simplemente porque sí

Así como los gobiernos, gestores políticos del Estado, no debieran meter sus manos violentando la autonomía del IESS y negando la del Banco Central, tampoco deben hacerlo en la evaluación del estudiante a quien en más de una ocasión la promoción de un grado o curso a otro se otorgó como dádiva generosa y regalo político, argumentando calamidades o simplemente por mejorar cifras estadísticas.

En efecto, cuando en la básica se mantiene el criterio de que el estudiante debe ser promovido automáticamente entre segundo y séptimo grado, se está haciendo un regalo que más que esto es un castigo difícil de llevar. Alumno que no aprende acumula vacíos que después de unos años resultan difíciles de nivelar.

La promoción, el ganar el año como se decía hace tiempo, debe estar dada por la capacidad de aprender del estudiante: niño o adolescente, y por supuesto, por su voluntad, pues en más de una ocasión son el descuido y el desgano o simplemente la holgazanería los que impiden el aprendizaje y hacen que el estudiante fracase.

Más allá de esta primera promoción política con la que se ha jugado para mejorar los índices de repitencia escolar, lo que finalmente ha sido fatal para el nivel educativo de nuestros estudiantes, ha habido otras circunstancias en las que la decisión política dispuso promover, sin importar antecedentes, dedicación o estudio. Así cuando el terremoto, bajo la premisa de que ya se había sufrido bastante. Ciertos sectores ya en otros niveles de la básica o bachillerato fueron impulsados a promover simplemente porque sí.

Ahora, en tiempos de pandemia, con todas las dificultades que el año lectivo virtual ha supuesto: falta de tecnología, complicaciones de conectividad, distancia y alejamiento entre los factores del hecho educativo, falta de contacto y seguimiento, dificultades con la comunicación y el encuentro, improvisación y aprendizaje al andar, se ha gestado también la corriente de promover de manera laxa a fin de no afectar más la carga emocional, sin meditar una vez más sobre el daño que eso significa en el largo plazo.