Columnas

Formas sutiles

'Embozados en la máscara social se golpea aquí y allá para alejar o disminuir la calidad educativa’.

Las enemistades ya casi ancestrales que tiene la educación particular en nuestro ministerio van de a poco progresando en su forma de hacer difícil la gestión de los centros privados. Hoy se está trabajando en un nuevo reglamento para fijar costos del servicio educativo y es ahí donde surgen ingeniosas novedades que constituyen formas sutiles para continuar disminuyendo al sector.

En efecto, en el borrador se habla de favorecer el incremento porcentual para aquellos establecimientos de pensiones bajas o medias y restringirlo más bien para aquellos de pensiones elevadas.

Lo que a primera instancia luce como un acto de justicia distributiva esconde una realidad socioeconómica que sin duda resulta ser el punto clave de la ingeniosa propuesta. ¿Qué ocurrirá en la práctica subiendo más a los que menos pagan y menos a los que pagan más? La pregunta anterior tiene respuestas indiscutibles que dan como resultado un duro golpe a la educación privada.

Al encarecer las pensiones con mayor peso a los que menos pagan, se está introduciendo sin duda una amplia muralla para que menos familias, en estos tiempos de crisis económicas, accedan al sector educativo particular, disminuyendo así la posibilidad de crecimiento de la actividad y acaso el riesgo de permanencia de los establecimientos ya existentes.

Al incrementar menos a los establecimientos de altas pensiones, lo que se consigue es frenar su posibilidad de desarrollo, su capacidad de buscar calidad en tiempos en que hablar de educación implica hablar de tecnología, actualizaciones, investigación, cambio, etc., con lo que se garantiza de manera segura que aquellos estudiantes que concurran a ese sector de la educación no obtengan las diferencias significativas en el proceso de aprender.

Embozados en la máscara social se golpea aquí y allá para alejar o disminuir la calidad educativa y la presencia estudiantil en el sector privado, por eso decimos que las arteras mañas no se han ido de las maquiavélicas mentes de quienes agreden de manera constante a la educación privada.