Columnas

Educación rural

El milagro ecuatoriano se podrá dar cuando el hombre entienda que llegar a tener y crecer como persona es bueno y posible.

Cuando el 7 % de una población, más allá de su etnia, origen o región, humilla y pone de rodillas a un gobierno en el intento de imponer a ultranza sus consignas, dejando estupefacta e inmóvil a una nación, conviene hacer un alto y reflexionar, intentar ver las causas y los antecedentes que nos hubiesen llevado ahí.

Si recordamos a los jóvenes que se ensañaron con Quito, la mayoría eran de entre 18 y 25 años, lejos pues de las experiencias de haber sido vendidos con haciendas y de todos aquellos oprobios que acaso se mantienen como resentimiento adquirido en el imaginario de su conciencia. Mas, es claro que actuaron con saña y alevosía, volcando un interior difícil de entender a simple vista.

¿Cómo se llegó a aquello?, es la pregunta. ¿Qué educación tuvieron? y ¿quién se encargó de sostener viva la llama de la inconformidad? Pues aunque nos parezca mentira, estos jóvenes han recibido un modelo de educación: “la educación intercultural bilingüe”. ¿No funcionó? ¿O es que acaso en ese excluyente modelo de enseñanza-aprendizaje se filtraron las gotas de hiel necesarias para la confrontación, el rechazo y el menosprecio por otras culturas?

Sería hoy buen tiempo para dar un giro, para ir de ese modelo fallido a otro que busque la atención de toda la ruralidad ecuatoriana, pues el hombre de campo, en sierra y en todas las regiones, necesita ser fortalecido y formado para amar lo que hace y desarrollarse en su medio sin huir a las metrópolis para aumentar en ellas los cordones de miseria.

El milagro ecuatoriano se podrá dar cuando el hombre entienda que llegar a tener y crecer como persona es bueno y posible, despojándose del odio hacia el que tiene, que le llevará a odiarse a sí mismo cuando él, alcanzando sus metas, llegue a tener.

Un país agrícola necesita una fuerte educación rural que le haga dimensionar sus riquezas y que lo lleve de la siembra y el cultivo a la agroindustria y a todo ese desarrollo deseado en un país, que siendo rico, no puede vivir en la pobreza de exportar solo materias primas y frutos al granel. La educación rural es una demanda aún no atendida.