Abelardo García: ¿Cambiar el paradigma?

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Cien años de amargura en la enseñanza y en el resentimiento social no han dado frutos ciertos ni reales

En esta tierra nuestra, hermosa y de gente complicada, llevamos más de un siglo educando en el dolor lastimero y el resentimiento. Según la época, fue España o fue Perú, o fueron los ricos los señalados; el asunto era que alguien tenía que ser la causa y el motivo de nuestra queja, de nuestra frustración y de nuestra incapacidad, pues nunca aprendimos a asumir responsabilidades y la culpa siempre fue de otro.

El paradigma de odio, el resquemor y la envidia al exitoso, al que triunfa, al que se enriquece con su esfuerzo y sanamente, se instalaron en el imaginario popular. Y bien podemos decir, al día de hoy, que ese marco conceptual no ha funcionado: solo ha servido para acumular ira, pesadumbre, desaliento y para enmascarar la desidia, la incapacidad y la baja estima.

Se nos dijo que había que acabar con la riqueza, cuando en realidad con lo que hay que acabar es con la pobreza.

No es necesario, para progresar, acabar a los ricos sino con los pobres, entregando buena educación, excelente salud, oportunidades de trabajo, realización personal y acceso a la propiedad donde establecer hogares sanos y familias estructuradas.

Luchemos pues, para que nuestros alumnos, niños y jóvenes aspiren a progresar, a empinarse sobre si mismos, a enriquecerse y a transcender. Luchemos para que sean capaces de utilizar su inteligencia para buscar su desarrollo personal, el de sus comunidades y el de toda la nación; para que, reconociendo al otro como compañero de camino, se impulsen para alcanzar los triunfos.

Cien años de amargura en la enseñanza y en el resentimiento social no han dado frutos ciertos ni reales. Es tiempo entonces, de buscar otra vía, de procurar un cambio, de enseñarles a nuestros alumnos a soñar con realizarse, a buscar su camino enfrentándose a sí mismos, si es necesario; a transitar la senda del crecimiento personal que implica, sin duda, llegar a ser ciudadanos cabales.

Cambiemos el paradigma. Tal vez, si lo intentamos, lograremos encontrarnos en una nación más grande y exitosa, con un país desarrollado y un Estado rector, honesto y al servicio de su gente.