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Abelardo García Calderón: “Ni tanto que queme al santo…”

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Una grabación del actuar de un alumno es un gran instrumento para descubrir sus motivaciones y elaborar un diagnóstico.

“…ni tan poco que no lo alumbre”, decían los abuelos cuando querían recalcar que los extremos son malos, que lo ideal es buscar el equilibrio para enfrentar los retos, incluidos los formativos. Y decimos esto porque, en ocasiones, cuando se norma, se va al tope de las posibilidades, sin distingos.

Traemos esto a colación por las prohibiciones aparecidas para profesores con respecto al uso de sus móviles para con sus alumnos.

Legislar desde el centro, desde la lejanía del escritorio, desde el desconocimiento de realidades institucionales, desde la falta de aula, hace que nos exageremos. Las instituciones que en nuestros contratos con los padres mantenemos articulados de autorización, sin duda estamos protegidas, pero obviamente somos la minoría.

Muchas tienen cámaras de seguridad para controlar patios y pasillos; otras graban las clases para reafirmar o repasar conocimientos, lo que, literalmente, en las nuevas disposiciones se estaría prohibiendo.

De hecho, en muchas ocasiones son los mismos padres quienes, frente a un accidente o cualquier otra circunstancia, quienes piden y demandan ver cámaras, buscando la evidencia que confirme o desvanezca la autopercepción de inocencia que tienen sobre sus hijos y sus actos. Lo que tampoco podría hacerse ya.

Por otro lado, en ocasiones, una grabación del actuar de un alumno es un gran instrumento para descubrir sus motivaciones y elaborar un diagnóstico. Un instrumento para ayudar a los padres a conocer de primera mano a su hijo y sus conflictos. Y esto se vuelve necesario porque, como bien decía nuestro profesor de Psicología Evolutiva, el Dr. Rodolfo Rodríguez Castello: “Para cada padre su hijo es una mezcla de Einstein, Adonis y Santos Tomás de Aquino”. Por ello, siempre es bueno enfrentarlo a la realidad.

No exageremos la idea de ‘arma’ que tiene el celular; no lo prohibamos a rajatabla como accesorio pedagógico. Convirtámoslo sí, en instrumento: en la herramienta que pueda aportar datos y registrar evidencias de las necesidades de atención, consejo y afecto que pueda tener un niño o un adolescente.