¡Toño Gómez!

Dios y su querida hija lo recibieron a su llegada al paraíso.

Partió en la misma forma como vivió: enhiesto. Capaz, honorable, intachable, sencillo, enamorado de la investigación de la historia y de su familia. Se llevó consigo el único tesoro que acumuló en su vida y que guardaba en su corazón: el amor y defensa de la ciudad que lo vio nacer: ¡Guayaquil de sus amores! Incansable luchador por su región, la defendía a costa de su salud y de las críticas de envidiosos que no aceptaban sus valiosos comentarios. Dejó una maravillosa colección de obras y libros como legado para que futuras generaciones se nutran de la verdad de los hechos históricos descritos con su versátil pluma. Dios y su querida hija lo recibieron a su llegada al paraíso.

Augusto Cornejo Franco