Saquemos lecciones de la tragedia

Por razones de trabajo tuve en mis manos un libro de UTEHA titulado ‘Gracias a Dios por mi ataque cardiaco’, cuyo autor Charles Yale Harrison (1962) sacó provecho positivo de este percance de salud y se curó.

Tal vez ahora, que estamos con nuestra familia en casa para evitar el avance del coronavirus, si aceptamos portarnos correctamente, como lo publican los entendidos en la materia, podremos decir después: ¡Gracias a Dios por el coronavirus!

Es que de las situaciones aterradoras deberíamos sacar provecho, pensar que todo es momentáneo y que, con la fe en Dios Todopoderoso, podamos sobrevivir.

Salir rápida o prolongadamente de esta peste depende de quienes están al mando en cada estamento estatal, municipal o familiar.

Tomaremos como termómetro de sus buenas o malas ejecutorias en cada área si destierran los malos manejos, que se los conoce, pero no se los corrige, porque aún siguen enquistados en sitios de importancia personas con ánimo de forrarse en dinero o por ideología, teniendo como objetivo tapar los latrocinios del Gobierno anterior, lo que está más claro que la luz del mediodía.

La prueba que estamos experimentando todos, dirigentes gubernamentales y familias, debe servirnos para rectificar errores cometidos durante nuestra vida, podrían comenzar los asambleístas en trabajar por su pueblo sin cálculos políticos, que se noten por lo bueno; igual los del Gobierno, depurar todas las instancias expulsando lo malo de cada área y manejar la salud del pueblo, muy precaria ahora, en forma técnica.

Es decir, cambios radicales, también las empresas que reciben gigantescas cantidades de dinero y todavía tratan a sus colaboradores poniéndolos en escalas donde unos ganan lo correcto y otros se lamentan por bajos salarios, aún cuando realizan el mismo trabajo. Por fin, seamos solidarios, honestos. Evitar maldecir este momento difícil y después podremos exclamar ¡Gracias a Dios por el coronavirus!

Arq. Rodolfo López Osorio