San Belarmino, las chinches y el calor

San Roberto Belarmino, de la Compañía de Jesús y cardenal, sostenía que debíamos dejar que nos picaran las chinches, pues ellas no tenían cielo y nuestro sacrificio nos sería allí recompensado.

El hoy General de la Compañía, no sin gran escándalo para algunos, pero sin haber sido desautorizado por las autoridades eclesiásticas, hace tiempo que sostiene que el diablo es solo simbólico y que el infierno no existe, porque Dios es bueno.

Este razonamiento, en cierto modo parecido al de san Belarmino, puede aliviar a los ciudadanos aún cautivos de ese feroz terrorismo mental que amargó la vida de incontables generaciones; a la gran mayoría de españoles que ya no creen en ese mito, el 85 %, también nos puede permitir soportar con más estoicismo el infernal calor que, con muchos menos grados y no por toda una eternidad, nos toca sufrir ahora en la Tierra por nuestros pecados ecológicos y los de nuestros padres y vecinos.

Josefa Ortega Oliar