La seguridad pública y la prosperidad ciudadana son codependientes. Constan en las leyes como mandatos a los poderes del Estado, pero siempre fallan porque no hay equilibrio en los fines de ambos, en la acepción aristotélica del justo medio, porque el Estado está a punto de renunciar al derecho de castigar, porque el incremento de impuestos es una carga para todos y porque el principio del caos de los grupos de interés se incrementa de acuerdo con la falta de aplicación o cumplimiento de estos objetivos. Es de vital importancia tener firmeza en los actos y decisiones. Maquiavelo sostenía que la prosperidad depende de cómo funcione la seguridad; si falla, la prosperidad trabaja a tropezones. La seguridad consiste en castigar la corrupción con sanciones medidas a futuro; solo así se garantizan los derechos fundamentales como la libertad de expresión y la propiedad privada. La prosperidad, en la idea de Laffer, consiste en que la demanda aumenta cuando bajan los impuestos y por eso suben las recaudaciones. ¿Se hace así aquí? No; los impuestos son excesivos y la gente sobrevive. Ello empeora cuando el crimen campea en cualquier lugar y con cualquier persona. Hay poco espacio para que la prosperidad se dé en el desarrollo económico si en el medio domina el crimen organizado y de los delincuentes comunes, que usan el estado de necesidad. 

Dr. Francisco Bayancela González