Los pueblos originarios de Ecuador fueron colonizados, destruidas sus culturas y diezmadas sus poblaciones por aventureros y expresidiarios españoles para llevarse el oro y enriquecer a las monarquías, hundiéndolos en el ‘subdesarrollo’. Una vez mestizados y ganada su independencia política, fueron neocolonizados por amos criollos al servicio de empresas europeas y yanquis. Se llevaron frutas exóticas, manteniendo el ‘subdesarrollo’ de Ecuador. Ahora llega otra ola de aventureros a llevarse oro y otros minerales, y fortalecer su dominio global, manteniendo el ‘subdesarrollo’ de Ecuador. Es su negocio. Los pueblos ecuatorianos necesitan que los dejen tranquilos para vivir sus propias vidas. Se está desplazando forzosamente al campesinado a las ciudades contaminadas para que sus amos ‘desarrollados’ tengan oportunidad de instalar agroindustrias, aplicando químicos que depredan la naturaleza y calidad ambiental, endulzando vidas ajenas. Lo que queda de megadiversidad se va al traste con más oportunidades para que nuevos amos transnacionales con concesiones mineras, contaminen aguas y destruyan hermosos paisajes. Manteniendo el “subdesarrollo” de Ecuador, con mano de obra más barata aún y con el derecho de ignorar leyes ecuatorianas, queda la soberanía a la deriva y manchada la historia de conquistas democráticas.