Navidad
La fecha más grande del nacimiento del Dios Hijo, mandado por su Padre para salvar a la raza humana, aquella raza especial para Él, fruto del amor infinito con que nos hizo. Con su inteligencia divina, tomando de los materiales del planeta, entre el agua (alrededor de 40 litros que contiene un adulto en su estructura), el hierro, el calcio, nitrógeno, carbono, oxígeno, etc., al precio del siglo pasado se calcula en gasto de materiales una cifra cercana a los 7 dólares.
Y con esos materiales baratos construyó la más sofisticada computadora “electrónica”, la más completa bomba de absorción y expulsión automática, junto a un bien montado laboratorio químico que trabaja las 24 horas del día produciendo lo necesario para nuestro anabolismo fisiológico, y eliminando el catabolismo y otras substancias con un inteligente órgano de excreción que retiene lo que no debe eliminarse.
Todo lo que percibimos de la naturaleza a través de nuestros sentidos nos habla de la presencia y grandeza de ese ser y nos indica que la creación no es una casualidad.
Tiene una finalidad: terminado nuestro ciclo material en la tierra, nuestra construcción espiritual está destinada para la vida eterna. Él nos lo ha dicho en el libro de los libros y el Creador no miente. Él es la verdad infinita y los pasos se dan conforme a su ley:
“A la tierra volverán” los ingredientes materiales: los 40 litros de agua serán reabsorbidos y también las otras substancias; los hongos se encargarán del calcio de los huesos… La naturaleza se encarga de cumplir la orden del Señor.
Bien le haría a la humanidad en estas fechas levantar sus ojos y mente hacia el cielo, sobre todo los políticos corruptos, y pedirle al buen Dios que proteja su creación en este mundo actual, lleno de un hedonismo avasallador que poco a poco va perdiendo valores, y a la moral se la mira por encima del hombro.
José González Williams