Jazmín y café

Toca además forjar nuevos líderes, jóvenes políticos que se conviertan en agentes de cambios positivos, para lograr paz y equidad

Cae el sol en el campo. Puedo ver arrozales y potreros. Me acompaña una taza de café humeante y me asalta el suave aroma del jazmín que, al caer la tarde, inunda el ambiente. Se entremezclan olores y sabores, ideas y experiencias.

Días tensos de actividad política, de exponer con altura y fuerza mi posición y tendencia, de debatir con paciente enseñanza para recibir el insulto del necio, a quien han adiestrado a odiar. Duele, aunque es ya costumbre, ver oportunistas jugando a política, usando el nombre de colectivos sociales sin permiso y lucrando a nombre de sus bases. Así se mueve Hispanoamérica, donde no importa el sufrimiento de su propia sangre, solo el ego y la ambición. El opositor político es grande, astuto, sagaz, con capacidad de comprar conciencias; no duerme sin maquinar maldad. Tiene éxito en sus maniobras corruptas y atrae a personas sin criterio, deslumbradas por su falso poder. En diferentes regiones pequeños oportunistas se vendieron, como en el juego de Palio; se mancillaron ponchos, se mancharon sombreros. Reacciono y me alegro. Recuerdo que son como la hierba verde que mañana se seca con el sol, la desmenuza el viento.

A quien no podrán comprar es a quien puso el sudor, la sangre, la esperanza y la fe. Estos son la semilla, tocón y duramen; son anhelo, visión y objetivo. Con estos venceremos aplastantemente al opositor. Toca además forjar nuevos líderes, jóvenes políticos que se conviertan en agentes de cambios positivos, para lograr paz y equidad.

Pedro Pablo Jijón O.