La inseguridad y violencia en Ecuador son una realidad y una crueldad

Es necesario exigir y adoptar estrategias realmente eficientes para revertir esta lapidaria situación y dar vida digna a hombres, mujeres y niños.

Creo que todos los ecuatorianos sin distinción de clase, hemos llegado a perder la capacidad de asombro frente a las diversas manifestaciones de violencia e inseguridad que vivimos. De una parte, las provenientes del crimen organizado, y por otra, las de una delincuencia cada vez más violenta y sofisticada, que ha llegado a transformar el cotidiano de la vida de varias ciudades y regiones. Es creciente la dinámica del crimen organizado y continúa con la persistencia y endémica delincuencia juvenil, con sicariatos, asaltos, secuestros, violencia de género, narcotráfico, vacunas, corrupción pública y privada al más alto nivel, que han hecho evidente la grave crisis de inseguridad y violencia incontrolada que provoca dolor y sufrimiento a las familias ecuatorianas. Por estar nuestra historia tan marcada por diferentes formas de violencia, vinculadas principalmente al sistema socioeconómico desigual de nuestra sociedad, que precariza a la mayoría de la población, abandonada por el Estado subsidiario, y se transforma en influencia o incentivo material y cultural para acceder por medio del delito a los recursos y oportunidades que se les niega. El clima de inseguridad, la sensación de vulnerabilidad y riesgo, confinan a las personas a la lucha por la sobrevivencia, y cuando esto se eclipsa, se fracturan las actitudes solidarias que permiten recomponer o fortalecer la cohesión social. No podemos mantenernos indiferentes. Es necesario exigir y adoptar estrategias realmente eficientes para revertir esta lapidaria situación y dar vida digna a hombres, mujeres y niños.

Ec. Mario Vargas Ochoa