Honremos a los muertos

¡Hoy le pido a la vida..., glorificar los muertos! Aquellos que nos dejaron siempre un camino abierto. Que nos dieron luces para alumbrar al mundo, con sabias enseñanzas y su amor tan profundo. Que rompieron barreras y lucharon con brío; o aquellos que serenos, no alcanzaron brillo. A esos seres benditos, familiares, amigos, también desconocidos, que de pronto se fueron, dejándonos con el abrazo abierto, las manos extendidas, los besos perdidos. A esos muertos queridos, que han palpado la gloria o que solo son un número en la historia. A ellos los abrazo con amor infinito desde el mundo en que vivo, donde se vive a prisa sin temer el castigo. Pero hay que tener en mente que la justicia llega cuando menos se espera y el castigo divino nunca queda en olvido. ¿Quién quita lo vivido a esos seres hermosos que de la miel nos dieron, quizás lo más jugoso? O de aquellos que inertes, pasaron por la vida, con solo un triste nombre y dejando mil heridas. Hoy todos descansan en el lugar de siempre, en la tumba que arropa su final decadente; en el sitio previsto que la vida marcó; una capilla ardiente o una fosa veloz. Hoy recordamos su paso en el mundo, una oración brindamos por su alma, en lo profundo. El alma es inmortal, basta solo evocarlos y a nuestro lado estarán. Quisiera que despierten de su letargo y sueño, decirles que los amamos, que no hay vida sin ellos; que los días más hermosos, nos parecen de invierno. De rodillas pidamos a Dios por nuestros muertos, alabando acciones y olvidando yerros. Para ellos nuestro amor y nuestro cariño eterno.