Cartas de lectores

En este final del año

Lo demás se podrá encontrar en una tienda

Desconocemos en qué época se fueron adoptando los cambios de la solidaridad desinteresada por un desmedido consumismo, beneficiario de pocos, logrando implantar que regalos, excesos gastronómicos, bullicio y profusión de luces eran meritorios para celebrar un natalicio que ocurrió lejos de la familia, con incomodidad, extrema pobreza y mil calamidades. Esa celebración significaba unidad familiar sin importar el tipo de cena o el costo de obsequios en fulgurantes envoltorios pero carentes de sentimientos solidarios y proclives a la innecesaria y ostentosa exhibición. En una sencilla mesa se coreaba Noche de paz… popular villancico aprendido en las aulas escolares, y nos servían la cena ausente de pavo, relleno y vino; pero de las manos de una madre que con el amor transformaba el “aguado” en magistral banquete. Todo bajo la mirada complacida de un padre cuyos hambrientos vástagos consumían las presas de gallina criada en el patio. Fuimos creciendo y olvidamos nuestros orígenes; la influencia de rituales consumistas, costumbres de oropel y modas sepultaron la inocencia al celebrar aquel nacimiento. Hoy, la tranquilidad de los años acumulados invita a compartir lo más hermoso que un humano puede ofrecer: su propia forma o ser. Regalar cariño desinteresado en un saludo, un abrazo, un buen gesto. Ofrecer una disculpa, un perdóname o perdonar una ofensa; y si es oportuno: un “te quiero”. Lo demás se podrá encontrar en una tienda.

Ricardo López González