Félix, un ejemplo a seguir
La Biblia en Eclesiástico 3:8 nos dice: “Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras, y así recibirás toda clase de bendiciones”
La gratitud es un sentimiento muy escaso en la humanidad en estos días, pero que abunda en los animales, quienes sin saber leer ni escribir nos dan muestras a montón.
Félix es un gatiahijado que, gracias a Dios, siendo ya adulto fue adoptado por un vecino cercano. Él es lindo no solo por su físico sino por su proceder. Por ejemplo: defiende a Chiquis, aunque su relación sentimental terminó. Lo mismo hace con Oreo, su vieja amiga de aventuras en el parque; sin dudarlo adopta la posición de ataque de oso cuando algún gato le quiere pegar -y a la suscrita-. Todas las mañanas pasa por mi casa y no se retira hasta que me ve. Ya no come conmigo, la última vez que intente alimentarlo, con su cabeza me señaló el parque. Entendí el mensaje: “guarda para los amigos, ahora ya tengo para comer”.
Su actual papá me dice que lo deja salir porque sabe que viene a verme y no está tranquilo hasta ir y venir.
La Biblia en Eclesiástico 3:8 nos dice: “Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras, y así recibirás toda clase de bendiciones”. Félix siendo gato es un ejemplo para aquellos hijos que jamás tienen tiempo para visitar a sus padres, a pesar de que vivan a la vuelta de su casa. También lo es para aquellos hombres que matan a sus exparejas y los que hoy por tener cinco dólares más en el bolsillo ignoran a sus amigos, con quienes iban a pie.
Marysol del Castillo