La falta de educación ciudadana complica el panorama

Siempre hemos insistido en que el problema más grande que tiene el Ecuador es, y ha sido, la educación de sus ciudadanos.

Esto se ha evidenciado en estos días, ante la pandemia de coronavirus que afecta a casi todos los países del mundo.

Por lo tanto, no se nos hace nada extraño que las medidas tomadas por el Gobierno, con el afán de evitar o disminuir en lo posible su propagación, no sean acogidas por personas que habitan en barrios marginales de las ciudades.

Todos los ecuatorianos conscientes, o mejor dicho los guayaquileños que habitamos en una ciudad cosmopolita que creo que no tiene más del 40 por ciento de nacidos en la ciudad, tenemos algunos barrios en los que la educación aparentemente no ha llegado a su barrio.

En ellos se refugian malhechores y delincuentes que diariamente cometen delitos, como el robo de celulares que son vendidos a personas expertas en arreglarlos para comercializarlos de nuevo. Si estos compradores fueran eliminados del negocio, esa clase de robo bajaría.

Pero volviendo al momento que estamos viviendo, con una grave crisis -económica y social- heredada, si no podemos hacerlos entender de alguna forma que la actual pandemia necesita de la ayuda de todos y no solo de una parte o élite de ciudadanos, tendremos indudablemente que seguir sufriendo encarcelados en nuestras casas, sin tener acceso al trabajo, que a su vez sirve para garantizar el sustento de personas y familias que deben trabajar todos los días.

Mientras ciertos grupos se sigan burlando de la labor de policías, militares y, en general, de todos aquellos que corren riesgos para ayudar a solucionar lo que ellos están impidiendo con su rastrera actitud, producto de su fatal escasez de educación, la situación no va a mejorar.

Édgar Juan Diminich