¿Estafermos o aturdidos?

Ardua tarea para quienes tienen las riendas del país, que deben tomar las medidas más acertadas. El sentido común debe primar.

Muchos esperarán entusiasmados el 2022, con expectativas de mejoría para su convivir personal y el de la sociedad; otros dudarán, tendrán menor positivismo por los nubarrones de inestabilidad en lo político, social y económico derivados de los álgidos cálculos con que atisban el porvenir general. Sin embargo, existe una amplia mayoría que nos recuerda a los monigotes del medioevo. Ellos -los estafermos- servían para que los señores de la gleba entrenaran aupados en briosos corceles en búsqueda de hazañas, las que se esparcían y comentaban en poemas o canciones que les daban prestigio. En dichos torneos se entrenaba para combatir; no lapidaba al rival pero al vencer daba gloria y beneficio en una festividad que distraía a las masas. Muy parecido a la política actual.

Aquel monigote estaba rígido: un maniquí con figura humana que, montado sobre un mástil giratorio, llevaba un escudo en una mano y con la otra sujetaba una correa con saquillos de arena. Hoy, por extensión, este sustantivo masculino se refiere a la persona que está ensimismada, sin hacer nada, con nula capacidad de reacción; no entiende lo que se le dice hasta convertirse en un estorbo. Para el embobado estafermo actual todo marcha sobre ruedas; aferrado a un irreflexivo atontamiento sueña con glorias de antaño, loas incoherentes, -quizá- en espera de que otros realicen el milagro que lo devuelva a la consciencia o realidad. Ardua tarea para quienes tienen las riendas del país, que deben tomar las medidas más acertadas. El sentido común debe primar.

Ricardo López González