Ecuador, ¿hacia un estado nación o hacia un distópico estado proxy?

No escrutar en estos niveles filosóficos y políticos seria escurrir propuestas

En la histórica disyuntiva que deberá definir la próxima Constituyente, será determinante la postura del Ejecutivo y el calibre ético-académico de los asambleístas o legisladores electos.

Entran en juego inquietantes elementos instrumentalizados por el globalismo: el ‘wokismo’, como un actor cultural de aquel y su cruzada desenfrenada para demoler las identidades autóctonas, y quizás el desmantelamiento del estado nación, con la consiguiente destrucción de una malla social afincada en vínculos vernáculos, para poder superponer una moral tecnocrática y ecuménica. Asimismo, se incorporan coreografías feministas, ambientalistas, indigenistas, abortistas, etc., y las consabidas élites políticas criollas, de agenciosas promotoras de directrices ideológicas globalistas, deslegitimando estructuras: familia, religión, tradiciones, instrumentando propuestas que terminan siendo de forma inaceptable, como vinculantes, en un Estado supuestamente ‘soberano’’, demoliendo con ‘virus troyanos’ aquella patria cohesionada, con una trama robusta de pertenencia.

¿Qué va a ocurrir frente a los paradigmas foráneos y esas supremas élites marcando la batuta, frente un pentagrama de exhalaciones globalistas, desconectadas de los proyectos nacionales impostergables’

El gran reto del país es también dimensionar y ubicar esa visión ‘foucaultiana’ posestructuralista, en la que parcialmente se ha enancado el progresismo, desestimando un conservadurismo libertario, afecto al individuo y a un capitalismo de libre mercado, apalancado con el desmontaje de un estatismo depredador, sustentado con las consabidas tretas populistas y electoreras,

No escrutar en estos niveles filosóficos y políticos seria escurrir propuestas, en el mismo plató provinciano, sobre el cual se ha desarrollado el debate parlamentario ecuatoriano, hundiendo al país en una dramática ausencia de inversión, con la subsecuente y escalofriante desocupación masiva de jóvenes, en un clima en el que la delincuencia es solo el síntoma preocupante de una funesta postergación de los cambios estructurales que han sido taimadamente torpedeados, en un escenario de recurrente negligencia política.

Augusto Osorio M.