Dieciséis meses de gobierno

Ojalá pronto tengamos una respuesta que nos permita recobrar la esperanza, y más que nada creer que no hubo equivocación al elegirlo

Desde el regreso a la democracia, el país ha venido dando tumbos. La patria se desangra, el crimen organizado se ha colado al interior de la esfera gubernamental a través de las goteras que tiene Carondelet y, mientras politólogos y periodistas disciernen en torno a las decisiones gubernamentales para mantener las pautas, y otros enardecidos por falta de ellas, la inseguridad crece, permitiendo que la promesa vana y la mentira galopante inicien su recorrido, sobre el lomo de los politicastros, que salieron presurosos a buscar votos en el juego electoral que se avecina, y con ello el circo, cuyas ofertas y payasadas ya conocemos. Todo esto parece obedecer a un plan trazado estratégicamente con anterioridad. En el común de las calles muchos añoran a quien nos dejara a merced del micro y macrotráfico de drogas, y ante la falta de líderes honestos, el país está casi listo para una explosión libertaria. Ecuador se ha convertido en ‘sandwich’ del socialismo siglo 21, que avanza agigantado en Latinoamérica. Grandes célebres dijeron que, “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, y si nuestro presidente insiste en actuar como eslabón perdido, estará, sin lugar a dudas, trazando el retorno a tiempos ya vividos y que hoy no merecemos.

Con este antecedente, queda una interrogante en el ambiente: ¿por qué el presidente en lugar de hacer consultas, solicitar ayuda o pedir permiso, no ejerce el poder? ¿Qué o quién lo detiene? Ojalá pronto tengamos una respuesta que nos permita recobrar la esperanza, y más que nada creer que no hubo equivocación al elegirlo.

Juan Francisco Idrovo M.