Deudas de consumo

Una vez que, Dios mediante, pase la actual pandemia y se levante el estado de excepción, recién podremos estar conscientes de cuál será la situación que en materia de capacidad económica y de trabajo queden los ciudadanos ecuatorianos.

La reactivación del país dependerá de la acertada intervención del Estado, que entre otras cosas va por el refinanciamiento de deudas, otorgamiento de créditos con bajas tasas de interés y largo plazo, otorgados por la banca privada, aplicables a líneas de redescuentos través de la CFN (en la guerra del Cenepa, la CFN ya estableció una línea de redescuento de guerra), apoyo apropiado y oportuno a las empresas, no aumento de impuestos y no exigencia de contribución a un pueblo que se está ahogando sin trabajar y sin vender, en un verdadero viacrucis económico.

No se puede cargar más al sector laboral del país, al cual hay que tenderle la mano, pues se tendrá que batir contra una situación muy apremiante de pérdida de empleo y estrechez para cumplir con sus necesidades básicas, mal lo podrá hacer si se le rebaja un porcentaje de su sueldo a los que por ventura mantengan el trabajo.

La banca debe estar alerta de lo que ocurrirá con su cartera de consumo vigente, puesto que la misma entrará indefectiblemente en mora por las circunstancias indicadas y debería estar pensando en una refinanciación de los créditos, incluyendo tarjetas, con una visión y aplicación real, o sea con un periodo de gracia de por lo menos 3 meses, que haga posible la estabilización de dicha cartera y no caiga en posibles situaciones comprometidas de altos índices de cartera vencida.

Para esto es necesario que el Estado, a través de la Junta de Regulación Monetaria, brinde el apoyo necesario y dicte las resoluciones pertinentes en materia de provisiones y para declarar la cartera que se refinancie por esta emergencia como cartera vigente.

Es preferible, bajo todo punto de vista, que la banca mantenga vigente su cartera, aunque a mayor plazo y con periodo de gracia, que tenerla como vencida y tener que constituir altas provisiones para mitigar las pérdidas que se reflejarán a fin de año.

Los deudores, que a pesar de la difícil situación económica que ya existía antes de la pandemia, venían cumpliendo con sus obligaciones, manteniendo un bajo índice de mora de alrededor del 5 %, por lo que estamos seguros de que luego de un periodo de estabilización, los ecuatorianos sabrán honrar sus obligaciones. Lo único que necesitan es tiempo, una oportunidad y un apoyo.

Dr. Jorge Andrade Avecillas