¿Quién nos cuida a los nadie?
La paz se convirtió en un lujo antes de darnos cuenta.
Ecuador está conmocionado. Fernando Villavicencio, asesinado. Su victimario tampoco sobrevivió al intercambio de balas con la Policía. Muchos especulan; el odio y la polarización hierven en una olla de presión a punto de estallar. Todo es incierto en estas circunstancias. Sin embargo, hay algo claro: han asesinado, en plena luz del día, en la capital, en una zona acomodada, a una de las figuras más importantes de la política. Más allá del calificativo que se le pueda dar a su trayectoria o al interés que tienen ciertos grupos de martirizarlo o demonizarlo, Villavicencio fue uno de los principales nodos en torno a los que ha girado nuestra democracia en los últimos años. Un actor involucrado en las principales discusiones en torno a lo público y que logró ubicarse como una de las cuatro opciones principales para asumir la presidencia. Uno de los candidatos con más apoyo y con mayor resguardo policial… asesinado al salir de un mitin político, dentro de una patrulla policial. Si esto le ocurrió a una de las figuras más importantes y con más exposición, ¿qué podemos esperar los que no somos figuras? Un colega me dijo que en momentos como este ser ‘nadie’ es un alivio. No estoy de acuerdo. En la coyuntura actual, donde el narco se pavonea a sus anchas, el Estado se encamina a pasos agigantados a considerarse ‘fallido’, impera la inoperancia del Gobierno y la absoluta desprotección social, ¿podemos aspirar los ‘nadie’ a convertirnos en algo más que una cifra en las estadísticas de inseguridad? La paz se convirtió en un lujo antes de darnos cuenta.
Alejandro Ojeda Garcés