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Iñigo Balda | Los verdaderos beneficiarios de la paz

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Así como se necesitan dos para la guerra, se necesitan dos para la paz

Benjamín Netanyahu ha mostrado intenciones de comenzar una ofensiva que persigue la ocupación “provisional” completa de Gaza para buscar, capturar y limpiar la franja costera de Hamás, de forma definitiva, para posteriormente proceder a reconstruir la zona y, siempre según el primer ministro de Israel, entregarla para que esté bajo el control de un gobierno alternativo a la autoridad palestina, el cual deberá estar supervisado por un consorcio de países árabes.

Si bien el ejército israelí ya controla un 70 % de la Franja de Gaza, no obstante, una gran parte de la ciudad de Gaza, así como todos los campos de refugiados en el centro de la zona se encuentran fuera de su control.

El plan de Netanyahu es ambicioso, pero está siendo recibido con muchas críticas, dentro y fuera de Israel.

El objetivo número uno del gobierno de Netanyahu es acabar definitivamente con Hamás. El primer ministro israelí alega que los palestinos le piden a gritos su desaparición, cosa que no es del todo falsa; sin embargo no hay que creer que la percepción de los palestinos contra Hamás difiera mucho de la que tienen de Israel, así como de Estados Unidos o de casi todos los países del mundo.

La población palestina lo que en realidad siente es abandono, utilización política y abuso generalizado por parte de Hamás. Además se sienten avasallados por un ejército israelí que rompe el paradigma de la legítima defensa, devolviendo en forma extrema cualquier ataque que sufra, en lugar de desplegar la acción proporcional permitida.

¿Quién le va a creer a Netanyahu que esta invasión va a ser temporal, cuando defiende abiertamente los asentamientos ilegales que se dan en otras partes de Palestina?

Muchos gobiernos a nivel mundial han estado amenazando con el reconocimiento del Estado Palestino, aunque nunca dicen con precisión con las fronteras de qué año van a proceder a reconocerlo.

La solución de los dos estados es imprescindible, pero como todos sabemos, esa es una solución imposible debido a que para poder llegar a un acuerdo, los dos lados exigen como condición que Jerusalén sea para ellos. Este requisito de cada una de las partes se ha convertido dentro del trato en un punto innegociable para ambos lados.

Palestina ha tenido muchas posibilidades de cerrar fronteras con Israel y tener un Estado formal, y siempre se cayó el acuerdo al llegar al tema de Jerusalén. Israel ha rechazado también los acuerdos por la misma razón. 

Yo siento un gran respeto por Israel, pero Netanyahu se ha pasado de la raya. Él no termina de entender que Hamás no es Palestina, por mucho que agiten la bandera y se apropien de la población.

La autoridad palestina tampoco es Palestina. Palestina es un pueblo sufrido, víctima de todos en este conflicto.

Mientras, el resto del mundo toma partido a favor de la versión que vende Hamás, o apoya la de Tel Aviv de la necesidad de exterminio del enemigo, sin tener en cuenta la del ciudadano de a pie, a quien Jerusalén le tiene sin cuidado.

Así como se necesitan dos para la guerra, se necesitan dos para la paz; pero esta paz tiene más política que otras y a nadie le importan los verdaderos beneficiarios de esa paz, que es el pueblo palestino, y gran parte del israelí.