Sophia Forneris | Seguro social en jaque

También se requiere una cultura ciudadana disciplinada que entienda la importancia de la sostenibilidad colectiva
No existe un consenso absoluto sobre cuál es el mejor sistema de seguro social. Todo depende de los aspectos que cada sociedad considere más relevantes. Para algunos es la cobertura universal, para otros la calidad del servicio, la sostenibilidad financiera o la satisfacción ciudadana.
En el mundo encontramos modelos de financiamiento distintos que han alcanzado cierto éxito. En los países nórdicos y en Canadá los altos impuestos progresivos -entre el 30 % y el 50 %- son socialmente aceptados porque el ciudadano percibe un retorno tangible en servicios de calidad. Alemania y Japón, en cambio, sostienen su sistema con aportes obligatorios compartidos entre trabajador y empleador. ¿Por qué el financiamiento del IESS no se puede comparar con estos casos? La respuesta es clara: en Ecuador la evasión y la subdeclaración salarial son altísimas, y a ello se suma que gran parte de la economía se mueve en la informalidad. Esto complica cualquier posibilidad de sostenibilidad financiera de la institución.
Un punto fundamental para evaluar la calidad de un sistema de seguro social es la transparencia y la mínima corrupción, atributos que suelen sostenerse gracias a una ciudadanía fuerte y vigilante. Sin embargo, no basta con buena gestión. También se requiere una cultura ciudadana disciplinada que entienda la importancia de la sostenibilidad colectiva y asuma que el seguro social es un pacto generacional, no una cuenta individual.
Ecuador debe comenzar a enfrentar los cambios demográficos. Nuestra población envejece, más lentamente que en otros países, pero de manera progresiva. El IESS, en cambio, no ha ajustado la edad de jubilación y persiste resistente a cualquier reforma impopular. La consecuencia es evidente: pensiones cada vez más insostenibles en el mediano plazo. Hoy resulta crucial integrar de forma total al IESS y al MSP en un solo sistema universal, con mecanismos de recaudación más firmes, en especial hacia el trabajo informal. Pero esto requiere incentivos claros y esquemas simplificados de aportes que permitan ampliar la base de afiliados. El reto de Ecuador no es inventar un modelo nuevo, sino adaptar lo que ya funciona en el mundo a nuestra realidad.