Convertir la campaña electoral en cátedra de educación cívica

El escepticismo en materia electoral es el reflejo del pesimismo de la mayoría de ecuatorianos en lo económico, social y seguridad ciudadana. Por esto en la actividad política debería hacerse énfasis en la educación cívica de los ciudadanos, haciendo ver que la conciencia lúcida de todos es imprescindible para que cambie lo que muchos denuncian. Todos somos indispensables a la hora de fijar los destinos de la patria. La indiferencia es el peor de los vicios cívicos pues nos hace cómplices de lo que de palabra denunciamos. Debemos exigir mucho más de los candidatos. Aprovechar las redes sociales para instaurar foros democráticos donde se hagan críticas profundas y propuestas patrióticas. Así habría una especie de “campaña electoral paralela”, más democrática que la que se hace con fines de “marketing” y a base de dinero. Varios partidos y movimientos políticos tienen terror de que se examinen sus fuentes de financiamiento porque allí radica mucho de la corrupción. La política criolla se ha convertido en un negocio donde invertir en un candidato se reduce a buscar la complicidad de los políticos y obtener beneficios gracias a procedimientos legalmente dudosos. En la democracia solo existe un soberano. Nuestra Constitución lo dice. Eso se debe reflejar en todas las propuestas y programas de gobierno. Ese derecho del pueblo de gobernarse a sí mismo sin condicionantes, es el requisito insoslayable para una democracia real. Pero eso se logrará con una actitud vigilante de la ciudadanía. El próximo proceso electoral debe servir para ejercer esos derechos inspirados en una conciencia patriótica hoy más que nunca, en que la escogencia de nuestros futuros gobernantes ocupa la opinión pública. De todos depende que la campaña electoral sea, ante todo, una cátedra de educación cívica, como primer paso para cambiar el ambiente de pesimismo que hoy identifica a nuestra nación por culpa de la clase política que nos ha gobernado más de 30 años.

Ec. Mario Vargas Ochoa